Resumen Un viejo que leía novelas de amor. Luis Sepulveda.
Capitulo sexto
Luego de comer los camarones Antonio José, limpio su dentadura y la guardo en el pañuelo. Tomó la novela y comenzo a leer:
“Paul la besó ardorosamente en tanto el gondolero, complice de las aventuras de sus amigos, simulaba mirar en otra dirección, y la gondola se deslizaba por los canales venecianos.”
-¿Qué demonios serán las gondolas?. Deben ser como botes, pues se deslizan por los canales, y en cuanto s “besar ardorosamente” ¿Cómo diablos se haria eso?
Recien descubrio que “besar ardorosamente” lo habia hecho pocas veces y solo con Dolores Encarnación, pues para los Shuar besar es una costumbre desconocida. Para los shuar existen las caricias y no importa si hay más gente. Recordó a una pobre mujer jibara que deambulaba embrutecida buscando alcohol, cierto dia un buscador de oro la montó, y busco y busco la boca con la suya, la mujer se enfurecio tanto , que se desmonto y se fue vomitando de asco.
Le costaba imaginar Venecia, gente que salia de sus casa y caia en un rio. Le gustó la palabra “gondola” y decidio llamar asi su canoa “La gondola del Nangritza”
Un griterio lo distrajo y asomó la cabeza, era una acémila enloquecida, lanzando coces a quien tratara de detenerla, tenia profundas heridas a los costados y sangraba copiosamente.
El alcalde ordeno que la tumbaran y le dio el tiro de gracia.
-Es la acélima del Alkasetzer Miranda- dijo alguien.
Miranda tenia un puesto a 7 km, que abastecia a los buscadores de oro. La acémila tenía montura y eso aseguraba que el jinete devia estar en alguna parte. El alcalde ordeó prepararse, mañana saldrian temprano a lo de Miranda y faenaron el animal , repartiendolo en la alcaldia. Antonio José se llevo el higado y mientras lo cocinaba pensaba en que el gordo le traria problemas, ya que antes los habia tenido , cuando el alcalde lo presentó como amigo y mejor conocedor de la Amazonia a un grupo de gringos. Los gringos entraron a su choza y se guardaron en la mochila el cuadro de Dolores Encarnación y arrojaron un par de dolares. Antonio José le dijo al alcalde que les volarua los huevos con la escopeta si no devolvian el cuadro, los gringos entendieron y con desprecio lo devolvieron y se retiraron con desprecio.
-Viejo pendejo, me estas haciendo peder un gran negocio – dijo el alcalde- ¿Qué mas quieres?
-Que se marchen.
-El que se va ha marchar eres tú, viejo de mierda. Nunca te has preguntado ¿a quien pertenece el terreno donde levantas tu covacha?
-Esto es de nadie, no tiene dueño.
-Te equivocas, todas las tierras junto al rio son del estado. De esta no me olvido y yo no soy de los que perdonan.
El gordo al ver los ojos de furia del viejo, optó por alejarse rapido y alcanzar a los gringos.
Al dia siguiente los gringos se embarcaron con un colono un jibaro recomendado por el alcalde como conocedor de la selva.
En la tarde se acercó a la choza Onecen Salmudio:
-¿Qué hubo paisano?- saludo Onecen
-¿Nada paisano , que va a hacer?
-El alcalde queria que yo fuera como guia de los gringos, pero a mi edad es imposible, ademas vengo a decirle que tenga cuidado, delante mío le dijo al gringo que le pidiera al comisario de el Dorado que envie 2 rurales. Piensa votarle la casa.
-Tengo municiones para todos. Dijo el viejo, pero le quito el sueño.
Una semana despues volvio la embarcación con 3 gringos desesperados. Al poco rato salio el gordo a hablar con Antonio josé.
-¿Qué quiere ahora de mí- preguntó Antonio José.
-Primero que me escuches. Los gringos querian llegar bien adentro y fotografiar a los Shuar, pero el jibaro se escapo con el wisky y el colono siguio solo con ellos, dicen que los monos mataron a uno de ellos y al colono. No puedo creerlo ¿Cuándo se ha visto que los micos maten personas? Para mi que fueron los jibaros ¿Qué opinas?
-Seguro que el colono los llevo a la cordillera del Yacuambi, pero sepa que los shuar ya se marcharon de alli, seguro que no vieron ni auno, y sepa usted que los monos atacan, les atrae todo lo que brilla y los adornos, seguro que los gringos sacaron sus camaras y los micos bajaron a quitarselas, se deben haber negado, entonces bajaron cientos, miles de monos peludos y furiosos.
El alcalde se limpia el sudor:
-Te creo , pero esto es tu culpa por no acompañarlos. Estoy metido hasta el cogote en el lio y tienes que ayudarme a salir.
-¿Y que quiere de mi?
-Quieren que alguien vaya a buscar el cuerpo del compañero y pagar buen precio por ello.
-Esta bien, pero yo solo quiero que me deje en paz.
-Desde luego viejo.
No le significo problema a Antonio José llegar al lugar. Primero encontró al colono al que reconocio por la calavero desdentada y a los pocos metros el esqueleto del norteamericano, que recibia las ultimas atenciones de las hormigas. Se sentó y escucho un ruido de la altura, era un pequeño mico que cayo arrastrado por el peso de una camara fotografica. Metio en un costal los huesos y la hebilla del gringo que los micos no pudieron sacar.
Regreso al Idilio, entregó los restos y el alcalde lo dejo en paz, paz que se veia amenazada nuevamente, pues sabia que el alcalde lo obligaria a participar, pero ahora por unas garras ocultas.
muchas gracias hermano